miércoles, 27 de marzo de 2019

Generación del 30


Monumento al Grupo de Guayaquil
El Realismo se inicia en el Ecuador con la novela de Luis A. Martínez (1869-1909) A la costa. Esta novela relata las pericias que tiene que pasar un muchacho de una familia conservadora quiteña cuando su padre muere. Se ve luego obligado a trabajar en una hacienda y al mismo tiempo a ver como su familia poco a poco se degrada hasta desintegrarse por completo. Todo esto con trasfondo de la victoria de la revolución liberal.
Pero el detonante para la aparición de los temas sociales en la literatura es el libro Los que se van, una colección de cuentos de los guayaquileños Demetrio Aguilera Malta (1909-1981), Joaquín Gallegos Lara (1911-1947) y Enrique Gil Gilbert (1912-1973); los cuales, junto a José de la Cuadra (1903-1941) y Alfredo Pareja Diezcanseco (1908-1993), formaron el llamado Grupo de Guayaquil. Todos estos escritores comprometidos con los temas sociales y determinados a mostrar la realidad del cholo montubio tal y como era (con jergas populares, palabras vulgares, escenas fuertes, etc).
Entre las numerosas obras que produjeron los integrantes de este grupo se cuentan clásicos tales como Los Sangurimas de José de la CuadraNuestro pan de Enrique Gil GilbertLas cruces sobre el agua de Joaquín Gallegos LaraSiete lunas y siete serpientes de Demetrio Aguilera Malta y Baldomera de Alfredo Pareja Diezcanseco; libros que se han dado gran fama por su fuerte contenido social y por la crudeza con que retratan la realidad.
Pero sin duda el mayor referente a la literatura ecuatoriana moderna es el novelista Jorge Icaza (1906-1978) con su novela Huasipungo, que es tal vez la obra ecuatoriana traducida a más idiomas. Otras obra famosa y de alto contenido social de Icaza es la novela El Chulla Romero y Flores.
Un espíritu unificador en las propuestas narrativas de la generación de escritores de los años 30, resulta una tarea ardua por la cantidad de crítica y comentarios que vuelven ambigua esta categorización de principios y de ideales propios de una literatura menor como la ecuatoriana. El propio Jorge Icaza, en su ensayo, “Relato, espíritu unificador, en la generación del año 30”,​ reclama la falta de compromiso de los estudiosos e intelectuales ecuatorianos, “acostumbrados al comentario y al estudio de valores individuales y aislados en la historia de la literatura ecuatoriana, quienes no lograron, captar e interpretar a su debido tiempo y en su justa perspectiva el carácter unificador, en actitud y espíritu”, asociado a los grandes temas, como la forma mestiza, la emoción telúrica y los contornos de la personalidad hispanoamericana. Icaza, menciona que este espíritu unificador bullía en los tres grupos de escritores ecuatorianos que estaban ubicados en Guayaquil (José de la CuadraJoaquín Gallegos LaraDemetrio Aguilera MaltaEnrique Gil Gilbert y Alfredo Pareja Diezcanseco), Quito (Jorge Icaza) y en el Austro (Ángel F. Rojas, y Pablo Palacio), pues a pesar de las diferencias regionales, “latía un fondo unificador” en un país que se encontraba en la etapa evolutiva del desarrollo, conformando una sociedad que buscaba un destino en lo político, económico y porque no decirlo en lo literario donde las capitales montuvias, cholas e indias, incorporaron la presencia de lo nacional en nuestra literatura, o como lo han afirmado críticos extranjeros “incorporó nuevas capas sociales hispanoamericanas en función de personajes de novelas y de cuentos, que obligaron al escritor a crear un nuevo estilo interpretativo y por consiguiente un nuevo estilo expresivo”.
Autores y obras representativas de la generación del 30: Pablo PalacioUn hombre muerto a puntapiés (1927), Débora (1927) y Vida del ahorcado (1932); Humberto Salvador: En la ciudad he perdido una novela (1929); Alfredo Pareja DiezcansecoBaldomera (1938); Demetrio Aguilera MaltaDon Goyo (1933); José de la CuadraLos Sangurimas (1934); Adalberto OrtizJuyungo (1943); Joaquín Gallegos LaraLas cruces sobre el agua (1946); Ángel F. RojasEl éxodo de Yangana (1949) y Un idilio bobo (1946); Cesar Dávila Andrade: Abandonados en la tierra (cuentos, 1952) y El hombre que limpió su arma (cuentos, 1955); Nelson Estupiñán BassCuando los guayacanes florecían (1954); Jorge IcazaEl Chulla Romero y Flores (1958). Tomado de Wikipedia.

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